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Piano Sonata No.7
The orchestration by Wulff was not as unrestricted as you might imagine, as Ullmann had left pencil marks in the score describing how he was intending to orchestrate the sonatas himself. In the case of the 7th Sonata, it was completed, it seems, only three months before his death so the job was never done. Similarly Ullman intended to orchestrate the Variations and Double Fugue on a theme of Schoenberg a fragment from one of the older master’s Op 5 piano pieces. This was an exercise in twelve-tone composition which Ullmann was never really to repeat.
Una de las cosas más difíciles, profundas y desconcertantes que se haya dicho acerca de la música compuesta e interpretada en los campos de la muerte fue expresada por el violinista Karel Fróhlich que sobrevivió a Auschwitz- en una entrevista grabada en Nueva York por Joza Raras el dos de bre de mil novecientos setenta y tres. Karel Fróhlich declaró de improviso que en el campo-ghetto de Theresienstadt se reunían las “condiciones ideales” para componer o interpretar música.
La inseguridad era absoluta, el mañana estaba prometido a la muerte, el arte era lo mismo que la sobrevida, la ordalía del tiempo debía pasar por la ordalía del paso del tiempo más interminable y más vacío. A estas condiciones Karel Fróhlich agregaba un “factor esencial”, imposible en las sociedades normales: “En verdad no ejecutábamos para un público pues éste desaparecía continuamente”.
Los músicos ejecutaban ante públicos al punto muertos, con quienes ellos mismos acaso se reunirían de manera inminente al subir al tren. Karel Fróhlich decía:”Lo insensato era ese aspecto a la vez ideal y anormal”.
Viktor Ullmann pensaba lo mismo que Karel Frohlich, agregando por su parte la concisión mental en que la imposibilidad de anotar en un papel los sonidos que obsesionan la mente coloca al compositor moderno. Viktor Ullmann murió en Auschwitz a poco de ingresar al campo, el diecisiete de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro.
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La última obra compuesta por Viktor Ullmann en el campo se titula Séptima sonata. La dedicó a sus hijos Max, Jean y Felice. La concluyó el veintidós de agosto de mil novecientos cuarenta y cuatro. Después, prosiguiendo la reflexión de Karel Fróhlich, Viktor Ullmann inscribió al pie de la primera página un copyright sarcástico. Hay un último humor. El último humor es el lenguaje en el instante en que rebasa sus propios límites.“Los derechos de ejecución quedan reservados por el compositor hasta su muerte.”
– Pascal Quignard, “El odio a la música”