Published
Nymphes des bois (La Déploration de Johannes Ockeghem)
Nymphes des bois, also known as La Déploration de Johannes Ockeghem, is a lament composed by Josquin des Prez on the occasion of the death of his predecessor Johannes Ockeghem in February 1497. The composition is based on a poem written by Jean Molinet (1435–1507). The performance date most likely coincides with the first anniversary of Ockeghem’s death, 4 February 1498.
Nymphes der bois is not just one of the ‘saddest pieces of music ever written’, but is rather seen as a proof of Josquin’s unsurpassed wit and mastery of translating what he wanted to say into music.
La música de Josquin fue tomada como modelo para gran parte de la polifonía que se compuso en el siglo XVI. Parece ser que cuando componía una obra se la daba inmediatamente al coro para que la cantase. En ese caso, se ponía a pasear por el templo de un sitio a otro escuchando atentamente la armonía de su obra. Cuando notaba algo que no le cuadraba gritaba «¡Silencio! Cambiaré eso».
Se de la circunstancia que Johannes Ockeghem compuso un lamento por la muerte de su maestro Gilles Binchois, imitando el estilo de este. Cuando Ockeghem murió en 1497 Josquin, quien es posible que estudiase con Ockeghem, también compuso un lamento por la muerte de su maestro, imitando su estilo. La obra, subtitulada «Nymphes des Bois«, usa un poema de Jean Molinet. A Ockeghem le gustaba usar complejas armonías, líneas graves activas y ricas y registros graves en general, y esto hace también Josquien en esta maravillosa obra.
El lamento, entendido en su acepción más amplia como composición funeraria en memoria de un músico o de un personaje público, tiene sus ejemplos más tempranos en la polifonía del Renacimiento, como ejemplifican obras de Johannes Ockeghem, Josquin des Prez, Jacob Arcadelt y William Byrd, entre otros. Pero el lamento como canción monódica de aire triste y melancólico compuesta en señal de duelo tuvo su periodo dorado durante el siglo XVII, particularmente en Italia. La aparición de la melodía con acompañamiento como textura preferida en los primeros años de esa centuria —por oposición a la textura polifónica y contrapuntística imperante en la anterior— confirió al lamento un papel central como género ideal para la expresión de momentos emocionalmente intensos y dramáticos.