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Pavane pour une infante défunte

Tombeau. In memóriam

El tombeau (“tumba” en francés) hace referencia a una composición escrita en memoria de alguien, generalmente un compositor, cuyo origen se sitúa en Francia durante el Barroco. Es, por tanto, una composición de carácter elegíaco que lamenta la muerte de una persona, al tiempo que le rinde un homenaje. Que este tipo de obra tuviera una íntima vinculación con la cultura musical francesa explica su revival a comienzos del siglo XX, cuando un grupo de compositores de ese país se afanaba por encontrar en su pasado una identidad musical propia frente a la imperante hegemonía austro-germánica.

El mejor modo de homenajear a un compositor admirado ya fallecido era incluir alguna cita musical extraída de su obra, como hizo Manuel de Falla en su Homenaje, originalmente para guitarra pero luego adaptado para piano, que formó parte de la obra colectiva Pour le tombeau de Debussy (1920). El compositor gaditano introduce un tema concebido por Debussy para su obra La soirée dans Grenade, de claras reminiscencias andaluzas. En 1935, Falla compondría otra obra de espíritu análogo, Pour le tombeau de Paul Dukas, en memoria de uno de los compositores franceses más influyentes en la generación de españoles afincados en París, entre los que se incluía al joven Joaquín Rodrigo, quien también le dedicaría una sonata ese mismo año por encargo de la Revue Musicale.

Sin emplear explícitamente el título de tombeau, han sido numerosas las obras concebidas como homenaje o in memóriam de un ser querido, contemporáneo o pasado, real o figurado. En la Pavane pour une infante défunte (1899), Ravel recrea en tono melancólico una muerte dulcemente imaginada, mientras que en su Homenaje a Haydn (1909), Debussy parte de un tema basado en las notas del nombre del compositor vienés, de quien ese año se conmemoraba el primer centenario de su muerte.

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Pavane pour une infante défunte (Pavane for a Dead Princess) is a work for solo piano by Maurice Ravel, written in 1899 while the French composer was studying at the Conservatoire de Paris under Gabriel Fauré.

After a performance by Charles Oulmont, Ravel mentioned to him that the piece was called “Pavane for a dead princess”, not “dead pavane for a princess”.When asked by the composer-conductor Manoah Leide-Tedesco how he arrived at the title Pavane pour une infante défunte, Ravel smiled coyly and replied, “Do not be surprised, that title has nothing to do with the composition. I simply liked the sound of those words and I put them there, c’est tout”.

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